Todas mis relaciones acababan igual, ellas se daban cuenta de que yo no era lo suficiente y pasaban de mí. Me encontraba sentado en el banco de aquel parque, perdido en mis pensamientos. Acababa de descubrir el secreto de Daniela.
En el último año de secundaria, estaba muy enamorado de Daniela.
Daniela era una chica de cabello castaño corto, y siempre tenía una sonrisa coqueta. Era delgada, con unas piernas tonificadas, aunque es cierto que las tetas de Daniela eran pequeñas. No había mucho que pudiera hacer para que parecieran grandes aparte de sujetadores push-up y camisas ajustadas. Su culo, sin embargo, era para morirse. Tenía forma de melocotón; Perfectamente redondo y con la cantidad justa de nalga. Era tan voluptuoso que rebotaba a cada paso y se podía ver de frente. Para mí era la octava maravilla del mundo. Su culo era aún más fantástico con sus sexys caderas se estrechaban hasta formar una linda y delgada cintura.
Daniela era inteligente y una chica muy dulce. Habíamos compartido clases desde el inicio de la escuela y desde que se había convertido en una mujer me había enamorado enormemente de ella.
Siempre fuimos bastante buenos amigos. Nos enviábamos muchos mensajes de texto y nos ayudábamos mútuamente con los deberes, pero cerca del final de nuestro último año me volví más atrevido con los cumplidos y el coqueteo.
Una noche, durante la semana de exámenes finales, le estaba enviando mensajes de texto a Daniela. Estábamos estudiando para una clase que compartíamos juntos y ella seguía diciéndome lo cansada que estaba.
Cocinar para la gente siempre ha sido mi forma de mostrar cariño y, como en ese momento me apetecía mucho un café, le pregunté si quería que le trajera un café con leche. Ella aceptó y en 10 minutos ya estaba conduciendo hasta su casa.
Detuve mi coche afuera y le envié un mensaje de texto diciéndole que estaba allí. Ya en la entrada había un 4x4 gigante aparcado. Esto me llamó la antención porque sabía que Daniela conducía un VW Beetle. Me olvidé por completo de los coches cuando Daniela salió de puntillas por la puerta.
Llevaba una sexy bata rosa que acentuaba sus hermosas caderas. Era lo suficientemente corta como para mostrar sus piernas tonificadas y me di cuenta de que no llevaba nada debajo. Ella me dio un gran abrazo y mis manos se posaron en sus caderas. Olía increíble. Le di el café y charlamos un rato.
Cuando llegó el momento de irme, ella me dio otro fuerte abrazo y entró. La mejor parte de la noche fue ver ese culo perfecto rebotar mientras Daniela se alejaba.
A la mañana siguiente, entré emocionado por ver a Daniela en nuestra primera clase del día. Sentí que finalmente estaba progresando con la persona que me gustaba. Me senté cerca del frente de la sala y Daniela se sentó un asiento detrás de mí. Como de costumbre, tan pronto como se sentó, todos sus amigas acudieron en masa hacia ella.
—Adivinad quién vino a mi casa anoche—, dijo. Sonreí para mis adentros. Fue bueno saber que apreciaba mi compañía. Sus amigas se rieron y le preguntaron.—Alex.
Me quedé helado. Mi mente volvió al 4x4 aparcado frente a su casa.
Todas sus amigas hablaron entre sí, pidiendo más detalles. Durante los siguientes 50 minutos, escuché a Daniela contarles a sus amigas cada detalle de esa noche. Les dijo lo grande que tenía la verga Alex y cuánto le dolía cuando estaba dentro de ella.
Daniela describió cada posición con doloroso detalle. Ella les explicó que él había querido correrse sobre su vientre, pero se pasó y le llegó hasta las tetas.
Escuché lo cansada que estaba después y que no pudo estudiar. No omitió ningún detalle; ningún detalle excepto el loser que había cruzado toda la ciudad para llevarle un café a la persona que le gustaba mientras ella estaba en medio de una buena sesión de sexo.
[IMG:https://iili.io/FHCu021.png|Imagen de historia|400]