Mi mujer y yo siempre hemos tenido una vida sexual de escándalo, bastante normalita en el día a día, pero de vez en cuando le gustaba ser sumisa y yo le negaba los orgasmos hasta convertirla en una zorrilla caliente solo para mí.
El verano pasado fue así: semanas de sexo cuando yo quería y ella tirándose encima mío como una posesa.
Hasta que un día todo cambió. Me quedé seco y ya no pude seguir el ritmo dominante.
No sé muy bien cómo coño pasó, pero ahora mismo estoy enjaulado y con unas braguitas puestas 24/7.
Mis calzoncillos están en un cajón bajo llave, y en su lugar tengo bragas y tangas, y hasta conjuntos sexis de mujer que me pongo para que ella se ría y se ponga cachonda.
Ahora, si le apetece que la follen, me pongo el arnés con dildo y se la clavo mientras me suelta que lo que necesita son pollas duras de verdad, no mi 'clitoris inútil' (que así le llama ahora a mi pene).
Llevamos un tiempo hablando y ella piensa que debería follar con un tío de verdad mientras yo los miro, o incluso de que yo pajee a ese hombretón para que se ponga tieso para ella, le guíe la polla para que se la meta, y luego limpie a los dos después de que hayan follado.
Hasta ahora era solo hablar en la cama, un juego de roles. Pero hoy se ha ido de fiesta con las colegas del curro.
Quedamos en que podía coquetear con tíos, bailar pegada, perrear, frotarse y dejar que la toquen por encima de la ropa.
Y aquí estoy, en casa, esperando a que me llame para ir a recogerla y que me cuente todo con pelos y señales.
Sé que no soy cornudo del todo todavía, pero todos empezamos por algún sitio, ¿no?