Mi cuñada me pilló mirando
Mi fetiche por los pies empezó, de hecho, por ella.
Había subido una foto junto a la piscina, solo de sus pies. Se veían increíblemente sexies y hasta entonces no me había fijado en lo sensuales que podían ser los pies. Desde ese momento, empecé a encontrar los pies de las mujeres más interesantes. Mi mujer también tiene unos pies preciosos.
Un día, mi cuñada estaba tumbada en nuestro sofá, descalza. No pude evitar quedarme mirando sus pies. Me pilló y al instante los escondió, y yo aparté la mirada como un crío, jajaja.
Pero desde entonces, nunca más los ha ocultado. Incluso diría que me provoca un poco cuando viene a casa. Como hace varias semanas:
La escena empieza con mi mujer y su hermana en el salón, sentadas en el sofá. Me uno y mi mujer me hace una señal para que me siente a su lado. Me siento y su hermana dice: "Vale, contadnos todos los detalles de vuestras vacaciones". Mi mujer se recuesta, pone sus pies de forma muy ostentosa en mi regazo y empieza a arquear los dedos (su señal para que le haga un masaje en los pies). "Vale, os cuento mientras me relajo", dice.
Así que ahí estaba yo, masajeándole los pies con todo detalle después del largo viaje en avión y autobús, mientras ella le contaba a su hermana todos los pormenores del viaje. Mientras tanto, su marido también se unió y me miraba raro, como sorprendido de que yo, tan sumiso, le estuviera masajeando los pies claramente sucios a mi mujer.
Cuando su marido llevaba un rato con nosotros, mi cuñada le dijo:
—¿Por qué nunca me masajeas los pies como él?—y me miró sonriendo.
Pequeño apunte: sospecho que mi cuñada le contó mi interés por los pies.
A mi mujer le encantó el masaje. Seguía y seguía hablando. En un momento dado, su hermana me puso un pie cerca y me preguntó si quería ir descansar del masaje. Mi mujer respondió: "No pasa nada, le encanta. Ahora escucha el final la historia". Así que tuve que seguir masajeándole los pies otros 15 minutos, hasta que estuvo satisfecha.
Al final, mis cuñados salieron de la habitación unos 15 minutos. En cuanto nos quedamos solos, solo pude decir: "Muchas gracias por dejarme masajearte los pies".
Mi mujer respondió: "¡De nada! Eres un chico tan bueno, me gusta. Como recompensa, esta noche me daré un baño y necesitaré que me eches loción por todo el cuerpo, que está bastante seco después de las vacaciones. Y, por supuesto, espero que le des a mis plantas de los pies una atención extra y un masaje muy a fondo".
Mientras decía esto, empezó a masajearme la cara con la planta de su pie. Se sentía tan bien tener sus pies en mi cara después de que me hubiera estado provocando tanto en el salón... Incluso me metió los dedos en la boca un rato y me pellizcó la nariz.
Estaba teniendo problemas para disimular mi erección. No dejaba de pensar: "Dios, ojalá nos descubra su hermana ahora mismo".
Si de verdad le pareciera raro o me viera como un bicho raro, supongo que en nuestra casa siempre llevaría zapatos o escondería los pies, pero ha estado descalza delante de mí mil veces desde aquel día.
De hecho, me envió un Reels (un vídeo) por Instagram que explicaba como dar buenos masajes paso a paso.
Cuando lo recibí, no me creía que me lo hubiera enviado mi cuñada.
Esa misma semana nos invitaron a pasar el fin de semana en su casa, era un viernes. La cena fue estupenda pero todos estábamos muy cansados por haber trabajado ese día.
Como una hora después de haber cenado, el marido de mi cuñada ya estaba dormido en el sillón reclinable. De repente, ella salta al sofá a mi lado y me planta las piernas en el regazo sin aviso. Me pongo nervioso como un adolescente. Levanta un pie, lo mueve en círculos y suelta: "Vale, a ver cómo se te dan los masajes de pies".
Empiezo a masajearle los pies, notando cómo mi mujer, desde el otro sofá, sonríe como una villana de película. Intento concentrarme para que no se note lo incómodo que estoy, pero entonces pasa: mi cuñada se da cuenta de que me estoy poniendo duro. Baja la mirada a mi entrepierna, me mira a mí con una sonrisa pícara y aprieta un poco sus pies contra mí, como si quisiera disimularlo por mí. En ese momento, ya estoy sudando frío.
Tras unos 15 minutos que se me hacen eternos, termino el masaje, deseo las buenas noches y me escabullo al dormitorio. Cinco minutos después, entra mi mujer… con esa misma sonrisa traviesa. Me pregunta si me ha gustado el "regalo" y, sin más preámbulos, tuvimos el mejor sexo en meses.
La mejor noche de mi vida. ¿Y sabéis lo peor? Que no puedo dejar de pensar en que quiero que vuelva a pasar. Lo revivo cada puto día.