Te debo una mamada
Querido diario, últimamente me viene a la mente una experiencia increíblemente excitante que viví hace unos años.
Yo era una joven universitaria de 21 años y tenía un novio maravilloso que siempre estaba dispuesto a consentirme cualquier cosa que le pidiera. Una de las cosas que más disfrutaba es cuando me masajeaba los pies al final del día mientras mirábamos una serie en televisión. Me relajaba por completo.
Resulta que un día le pedí a mi novio que me dijera algo que quería que yo hiciera a cambio de todas las veces que me había masajeado los pies. Quería compensárselo de la forma que más ilusión le hiciese.
Así que lo que me pidió fue una buena mamada, a lo que yo accedí, y le dije que sería una mamada que no olvidaría nunca.
Acordamos encontrarnos en mi casa la noche siguiente, y él me confesó que estaba ansioso por saber lo que le tenía preparado.
Cuando llegó, le vendé los ojos y le pedí que esperara unos minutos.
Sabía que mi novio estaba emocionado y curioso por descubrir cómo había preparado su mamada.
Lo guié hasta mi habitación, le quité toda la ropa y lo senté en una silla. Toqué su pene y estaba duro como una piedra.
La verdadera sorpresa es que había invitado a un segundo chico. Marcos era un amigo mío compañero de clase, más fuerte y corpulento que mi novio. Era alguien que había despertado mi interés durante algún tiempo cuando estaba soltera pero habíamos acabado desarrollando una amistad, aunque siempre había cierta tensión sexual.
A Marcos le prometí lo mismo que pidió mi novio, una mamada, pero Marcos no llevaba los ojos vendados. Esa noche, quería compartir algo especial con los dos.
Me arrodillé frente a mi amigo Marcos, le bajé los pantalones en silencio y comencé a hacerle una mamada de la mejor forma que supe, al principio muy lentamente, explorando su prepucio y bajando hasta la base. Mientras, mi novio escuchaba todo a menos de un metro de distancia.
Al principio intenté no hacer ruido, pero cuando la polla de Marcos alcanzó un cierto tamaño, y todo se iba intensificando, los sonidos se volvían más evidentes y fue imposible no hacer ruido. Era inevitable emitir sonidos mientras sorbía la saliva que generaba.
La polla de Marcos era más grande que la de mi novio y más gruesa. Marcos era más oscuro de piel, y su polla también.
Mi novio, aunque no podía ver lo que estaba sucediendo, era muy perceptivo y conocía cada uno de mis movimientos y sonidos. Sus sentidos estaban agudizados y pendientes de todo lo que hacía. Los gemidos de placer que yo emitía mientras disfrutaba de la experiencia comenzaron a revelar la verdad.
Mi novio, de repente reconoció los sonidos y dedujo que lo que estaba ocurriendo a su lado era real.
—¿De verdad estás chupando una polla?¿no me ibas a hacer una mamada a mí?—me preguntó
—Mmm hmm. Sí—contesté. Seguí chupándole la verga a Marcos.
—Pero… ¿es tu dildo o qué es?—Marcos iba a responder pero le tapé la boca con un dedo.
—¿Quieres que te quite la venda?—le pregunté con voz sensual.
—¡Sí! ¡Por favor! Estoy muy cachondo.
—Me prometes que no te enfadarás?—le pregunté—Aunque a juzgar por tu polla parece que te gusta—.
Le quité la venda de los ojos, y los presenté. Cuando finalmente vio a Marcos y a mí frente a él, con la polla de Marcos palpitando, su mirada se llenó de asombro y deseo.
Sin perder tiempo, me acerqué a él y, con suavidad, le di un ligero beso en la boca. Y le susurré al oído:
—¿Esta es la mamada que querías?—A lo que él asintió.
Sabía que le gustaría porque había visto porno cuckold en el historial de su navegador.
Me volví a acercar a Marcos y continué chupando su preciosa verga, pero esta vez manteniendo contacto visual con mi novio de forma continua. Se empezó a masturbar.
Mientras Marcos recibía mi atención oral, sentí su cuerpo tensarse y escuché sus gemidos de placer aumentar en intensidad. Fue entonces cuando sucedió: eyaculó, liberando un rayo de semen en mi boca.
Como ya había hecho en innumerables veces con mi novio, capté todo su semen en el interior de mi boca, sintiendo su calor y su sabor único.
Mantuve mis labios firmes alrededor de su miembro, asegurándome de no desperdiciar ni una sola gota de su esencia. Al separar mi boca de su polla, se escapó un poco de semen de mis labios y se deslizó por la comisura, creando una imagen erótica y tentadora.
La sensación de su liberación, el sabor de su semen y el saber que estaba cumpliendo el fetiche de mi novio generaron una mezcla de excitación y satisfacción en mí.
Abrí la boca y mantuve el semen el tiempo suficiente para que mi novio pudiera observar y apreciar el resultado de nuestro encuentro compartido.
Mi novio alargó su brazo hasta mi cuello lentamente y me atrajo hacia él. Nuestros labios se encontraron y nos besamos apasionadamente.
Dejé que una pequeña cantidad de semen se mezclara entre nuestros labios, intensificando aún más la experiencia y alimentando su deseo de saborear mi boca.
El beso fue largo y tierno, mezclando nuestros sabores.
Fue una experiencia increíblemente intensa y liberadora. Yo ya era un poco adicta al semen, pero desde ese día conseguí enganchar a mi novio.