Cómo hice cornudo a mi novio
Soy una chica que se preocupa por mantener su cuerpo en forma, y por ello entreno mucho y voy a un gimnasio muy concurrido de Barcelona.
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Allí suelo llamar mucho la atención de los hombres. Normalmente suelo buscar excusas para rechazarlos o ignorarlos, pero hace un par de meses, un tipo empezó a coquetear conmigo y me pareció muy atractivo.
Por otro lado, mi novio siempre quiere que lleve ropa más reveladora. Sabe que estoy buena y le gusta que otros hombres también puedan disfrutar de la vista.
Una noche le conté a mi novio que este tío del gimnasio había empezado a coquetear conmigo y que yo quería seguirle el juego para divertirme un poco, porque me parecía guapo. Eso lo excitó mucho y me dio permiso.
En el fondo, pedirle permiso era una mera formalidad porque no era necesario, pero yo quería compartir todos los detalles con mi novio, porque sabía que le encantaban.
Así que, durante las dos semanas siguientes, me ponía deliberadamente unos shorts ajustados, un sujetador deportivo y me arreglaba el pelo al ir al gimnasio con la esperanza de encontrarme y coquetear con ese tipo. Claramente estábamos interesados el uno en el otro y nos buscábamos en el gimnasio.
Empecé a tener sueños sexuales con él. A veces soñaba que los dos me estaban follando al mismo tiempo.
Se lo conté a mi novio y le encantó.
Él había conseguido mi número de teléfono y finalmente me invitó a salir un fin de semana. De nuevo, eso excitó mucho a mi novio y me dio permiso para ir a casa de ese tipo si surgía la oportunidad.
Así que me puse unos shorts tejanos de aspecto roto y un top ajustado y corto. Estaba muy buena con ese modelito. Mi novio me dijo que podía hacer lo que quisiera, pero lo único que me pedía a cambio era que tomara algunas fotos de mí misma en el lavabo del tío y que le contara todos los detalles cuando llegara a casa.
Así que fui al apartamento del tipo. Hablamos de música, de la vida y de un montón de chorradas durante un rato. Lo estaba pasando bien, pero no habñia quedado con él para eso, y él no hacía ningún movimiento.
En un momento dado, pasamos del sofá del salón a sentarnos en el borde de su cama en el dormitorio porque me quería enseñar su colchón viscoelástico. Aprovché y puse mi mano en su muslo mientras hablaba y empecé a moverla arriba y abajo por su pierna mientras hablábamos, acercándome un poco más a su ingle cada vez.
Lo miré a los ojos y pasé mi mano por su pierna hasta agarrar su polla. Fue como si se encendiera una bombilla, porque entonces finalmente se lanzó y me besó. Rápidamente me quitó el top (no llevaba sujetador) y se desabrochó los pantalones. Me chupó las tetas mientras yo sacaba su polla de sus calzoncillos.
Agaró la parte de atrás de mi cabeza y la empujó hacia su polla. Se la chupé hasta que me dolieron las rodillas. Su polla era grande y gruesa. Le pedí si podía hacerle una foto a su polla para enseñársela a mi novio, y aceptó.
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Seguí con la mamada y me atraganté. Paré para respirar y escupí sobre ella. Me hizo llorar cuando su polla golpeó la parte de atrás de mi garganta. La baba me chorreaba por todas las tetas. Le chupé sus huevos mientras lo miraba fijamente a los ojos.
Me puso de pie y me besó durante un largo minuto como si quisiera saborear su polla en mi boca. Me dio la vuelta y me quitó los shorts. Me puso de nuevo en la cama y me dobló. Metió su cara en mi coño y me hizo gritar de placer.
Luego lentamente metió su polla dentro de mí y empezó a follarme suave pero fue aumentando el ritmo hasta que cada vez me follaba más fuerte. Sentí que se me iban los ojos. Me agarró los brazos para que mi cara se aplastara contra la cama mientras machacaba mi coño.
Perdí la cuenta de cuántas veces me corrí.
Me arrastró de nuevo al suelo, de rodillas, y me frotó su gran polla en la cara. Luego me preguntó si podía correrse en mi cara y le dije que sí.
Cuando vi que iba a correrse, saqué la lengua y atrapé un poco en mi boca. Me roció su semen por toda la cara y una parte en las tetas. Me hice un selfie para recordar ese momento (y enseñárselo a mi novio).
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Nos quedamos allí, los dos jadeando y mirándonos, y empezamos a reírnos.
Fue uno de los polvos más calientes que he echado nunca.
Me levanté para limpiarme en el baño y le envié a mi novio una foto mía desnuda, despeinada y cubierta de semen.
Al llegar a casa, estaba esperándome para que le explicara todos los detalles.
Me desnudó, empezamos a follar y se lo expliqué todo mientras lo cabalgaba lentamente.
Me hizo prometer que lo haría más veces. Acepté.